Las características de contagio y su grado de expansividad del virus COVID 19, ha obligado a evitar el contacto social, y para ello se ha recomendado el aislamiento manteniéndose en los hogares y con la finalidad de evitar la propagación agresiva del virus COVID 19. La mayoría de los estados, y Chile no es la excepción, han asumido esta estrategia para el resguardo de la salud de las personas y pública para atenuar el impacto masivo de la pandemia. Incluso, en algunas comunas la cuarentena ha sido obligatoria en el contexto del Estado de Catástrofe que el país ha tenido que enfrentar.
Si bien se estima que ha sido lo
adecuado desde el punto de vista de la salud pública por la reducida tasa de
mortalidad que ha experimentado Chile en comparación a otros países, las
medidas han tenido sus costos socioeconómicos, la interrupción de los ciclos
operacionales de varias empresas por una caída de la demanda de sus bienes y
servicios, y también por no poseer la disponibilidad del recurso humano, no
pudiendo sostener los empleos de las personas, implicando despidos por no poder
sostener los puesto de trabajos con remuneraciones sin la contraprestación de
servicios que demandan sus respectivos contratos.
Como es de prever esto traerá
consigo desempleo y una caída de la actividad económica, y su reactivación
posterior dependerá de varios factores, uno de ellos es cuánto va a durar el
proceso de desarrollo de la pandemia y cuándo va a declinar, sabiéndose que se
aproxima la reducción de temperaturas por el avance de la estación otoñal y
entrada del invierno, que implica enfrentar el virus asociado a la influenza y
cuánto puede anticiparse su contagio como ocurrió en el hemisferio norte en su
último invierno, trae cierta incertidumbre de ambos procesos que afectan a la
salud pública.
La pandemia del COVID 19 ha
traído consigo una disminución de la actividad económica a nivel global, y esto
implica una caída de la demanda agregada, y la rapidez de la recuperación
depende de cómo se logra volver a la normalidad, en término de la capacidad de
responder a la oferta de servicios y productos en la medida que se vaya
recuperando la demanda global, nacional y local. Por
ello, lo más recomendable que las empresas hagan lo posible por mantener
contratado a sus recursos humanos claves, con el propósito cuando se reinicie
la reactivación puedan responder en el menor plazo posible.
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