Es muy posible que el año 2020,
sea uno de los años más difíciles que Chile ha vivido en gran parte de sus
últimas décadas, dado que se enfrenta un problema causado en forma exógena
iniciado a miles de kilómetros de distancia y que tiene en jaque a la sociedad
mundial entera, sin poder realizar actividades sociales normales como trabajar,
compartir, descansar, recrearse entre muchas otras. Y más aún mantenerse encerrado
para que un ente que no es inteligente amenace la vida de los seres humanos, a
la especie más inteligente viviente del planeta.
Y, por otra parte, el problema
endógeno pendiente de la sociedad chilena, que antes de la pandemia se presentó
con manifestaciones sociales agravándose con el aprovechamiento de una minoría violenta
que destruyó bienes públicos, instalaciones de suministros de alimentos,
fuentes laborales, e incluso instalaciones de servicios de salud, entre otros.
Algunos referentes ideológicos partidarios y de organizaciones tratando de
usarlos como oportunidad para lograr más adherentes, entre muchas otras
situaciones que también dificultaba la marcha de una sociedad que desea más
soluciones que problemas.
Lo más probable que la mayoría se
ha preguntado ¿qué hacer?; existen dos caminos al menos identificables en cada
uno de los residentes en el país que pueden tomar en función de sus situaciones
particulares. El primero, quejarse en forma continua sobre los problemas que se
están viviendo, señalar que las soluciones son imposibles de alcanzar, dejarse
manejar por el miedo, sentirse condicionado por la ira o el enojo, quedarse
paralizado y hacer nada. Lo segundo, aprender de las complejidades que se viven,
aceptar las críticas, generar soluciones que estén al alcance y que sean
logrables, mantener un equilibrio entre los recursos que existan disponibles y
las necesidades, gestionar el miedo, seguir adelante desarrollando
visualizaciones creativas de solución, ser impávidos. Ahora, bien entre estos
extremos de actuación se puede optar con muchas opciones de posibles
soluciones, y su generación dependerá de la creatividad de los propios gestores
de la organización a la que pertenecen, encontrándose alternativas nuevas de
innovación y emprendimiento que permitirá alcanzar un bienestar coherente al
entorno que se vive en términos sanitarios y sociales.
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