Desde la promulgación de la Ley
N° 20.920, junio 1 de 2016, que norma la gestión de residuos, la
responsabilidad extendida al productor y fomento al reciclaje, no se observa en
la Comuna de Iquique una gestión efectiva sobre los efectos de residuos
domiciliarios.
Solamente existen tres puntos
limpios en la ciudad patrocinados por una empresa minera y una empresa dedicada
al reciclaje, instalados años antes de la promulgación de la Ley, que han
aumentado el número de personas que acuden a estos centros para depositar
residuos, lo que demuestra que existe un interés de parte de la población en
reciclar.
Al respecto, se puede observar
que existe una omisión de deber educativo, comunicacional, y legal de la
Municipalidad de Iquique, de acuerdo al artículo N° 30, que colabore en el
apoyo de su proceso de recolección de basuras que permita y facilite el
reciclaje, no existiendo ordenanza alguna posterior a la Ley 20.290.
Simplemente, basta observar el proceso logístico de esta actividad de camiones
recolectores que retiran la basura domiciliaria sin clasificación alguna, sin
normas específicas sobre colores de bolsas para cada tipo de residuo, tamaño y
lugares de depósito que permita un retiro ordenado y tratamiento de residuos.
Se aprecia la existencia de algunos depósitos verdes en ciertas calles y
sectores, pero es lamentable que la ciudad no se mantenga limpia, apreciándose
basuras en veredas y calzadas, especialmente entre las calles que están entre
las arterias de Héroes de la Concepción y La Tirana, donde la basura es dejada
en veredas y bandejones centrales, perros que acostumbran romper las bolsas con
basuras dejando un pésimo aspecto para la ciudad. Existe un hábito cultural
normal que Iquique se mantenga sucio, afectando a otras actividades propias de
la ciudad como es el turismo, comercio y otros que son significativos para el
empleo de muchas familias.
Se puede apreciar barredores
recurrentes en algunas calles, pero en el resto de la ciudad brillan por su
ausencia, profundiza más esta situación, la carencia de un proceso educativo
comunitario y campaña comunicacional para mantener una ciudad limpia y cuyo
atributo sea el reciclaje de residuos. La fiscalización municipal en este
aspecto es prácticamente nula, tanto punitiva como educativa, que podría ser al
menos una campaña permanente con notificaciones de cortesía, que en el tiempo
modifique el comportamiento de los residentes de la ciudad para el bienestar de
ésta.
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