Dr. Héctor Varas Meza
Chile está en una situación díficil de
proyección futura, su modelo de apertura económica muestra gran desgaste debido
que su crecimiento potencial ha tendido
a disminuir, siendo su PIB tendencial del 2,1%, el crecimiento en la última década se ha
estancado, todo señala que la exportación de productos de baja elaboración
pareciera que no es suficiente para alcanzar un mayor desarrollo y mejoramiento
de bienestar social.
Surge la consulta ¿cuál es el Chile que
esperamos en 20 o 30 años más?, en Chile no existe un organismo objetivo no
partidista que desarrolle escenarios futuros. Pareciera que lo más importante
es la discusión cortoplacista de lograr mayor igualdad, pero de una nación que ya
ha explotado el potencial de su capacidad productiva de acuerdo a las
posibilidades tecnológicas existentes. Se ha ido creando y asentando un sistema
de producción fundamentado en la explotación de recursos naturales.
No se observa cuáles van a ser las actividades
que sostendrán a Chile en las próximas décadas más allá de la minería u otros
sectores que han liderado el éxito exportador tradicional. No obstante, la
distribución de la riqueza debe estar sustentada en una visión de futuro.
Desde ya, vienen los desafíos de profundizar
las especializaciones de las regiones de acuerdo a las necesidades que
presentan sus entornos locales, nacionales e internacionales, y esto implica
que cada actor regional deberá delinear su visión futura complementaria a la
nacional, la que se relacionará estrechamente con los alcances de la
inteligencia artificial y el cambio climático.
Según la Comisión Desafíos del Futuro,
Ciencia, Tecnología e Innovación del Senado, la inteligencia artificial deberá tener sus
regulaciones legales como sus aspectos éticos de aplicabilidad y que sea
beneficiosa para toda la sociedad facilitando las oportunidades de su
explotacion y/o uso, con los programas educacionales respectivos que aseguren
la accesibilidad al ajuste de habilidades para trabajar en
entornos robóticos, automatización e inteligencia artificial y en función de
las nuevas ocupaciones u oficios laborales no automatizados que surgirán
durante este proceso.
Además, el cambio climático, puede generar
migraciones en búsqueda de recursos hídricos, pudiendo aumentar el costo de la
tierra y agua, generándose una competencia entre los actores sociales afectando
a los sectores más vulnerables, postergando el sueño de muchos que buscan una
mayor equidad socio económica.
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