En las últimas semanas se dio a conocer que la población humana que habita en el mundo habría alcanzado los 8.000 millones de habitantes, de acuerdo estudios de tendencias históricas, lo que prácticamente se habría duplicado en cuatro décadas lo que implica un gran desafío para los sistemas imperantes económicos que existen en diversos estados naciones en el mundo.
El avance de la ciencia médica, la tecnología,
higiene y alimentación han permitido prolongar la longevidad de la especie
humana, y además la tasa de natalidad en muchos países han tendido a reducirse,
especialmente porque el género femenino se ha incorporado a la vida laboral. Se
estima que en 2018, las personas con edad superior a 65 años superaron por
primera vez a los menores de 5 años, en otras palabras la población mundial ha
aumentado, pero es proporcionalmente cada vez más vieja.
China históricamente había tenido una tasa de
crecimiento demográfica alta en las décadas pasadas, pero con la ley de un solo
hijo y la migración del área rural a urbana han tendido a estancar su aumento
poblacional, muy pronto tendrá que enfrentar el problema de una población
envejecida proporcionalmente mayor a la población más joven, que pondrá a
prueba su sistema de pensiones. No obstante, se estima que India alcanzaría su
máximo poblacional para 2050 superando a China.
Además, se espera que para el año 2050 los países que
tendrán un aumento de la población serán:
India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía,
Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos. Existen estimaciones que en África
Subsahariana el promedio es de 4,6 nacimientos por mujer frente al 2,1 del
promedio mundial.
Como ejemplos de esta realidad son Tanzania y
República Democrática del Congo que poseen tasa de natalidad de 3,6 % y 4,01%
respectivamente con una alfabetización de cercana al 78%, aproximadamente para
ambas naciones.
Situación muy distinta a la de Chile cuya tasa
de crecimiento poblacional es de 1,19 % con una fecundidad de 1,61 hijos por
mujer, su población para 2050 alcanzaría los 21,6 millones y la población
superior a los 64 años sería de 25%, duplicándose desde 2018.
Sin embargo, este crecimiento poblacional va a seguir
concentrándose en grandes urbes, que continuarán emigrando desde zonas rurales
atraídas por la búsqueda de mejor bienestar, y cada estado nación estará
presionado por generar la infraestructura urbana necesaria para sustentar la
concentración demográfica que está por ocurrir.
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