Dr. Héctor Varas Meza
En la medida que se ha ido generando grandes
avances en la inteligencia artificial en diversas actividades en los procesos
productivos y generación de servicios, por empresas independiente de su tamaño,
está afectando gradualmente la gestión de estas y también en el mercado del
trabajo.
Si bien es cierto que la humanidad tiene
experiencias de diversos tipos de cambios como los generados por la
industrialización en los siglos XIX y XX que fueron causadas por reiteradas
innovaciones tecnológicas, donde el factor capital tendió a reemplazar al
factor trabajo, debiendo este último especializarse en nuevas funciones con el
propósito de mantener su fuente de ingresos, verificándose en el tiempo una
gran capacidad de adaptación a los desafíos tecnológicos en diferentes
industrias.
Con los cambios cibernéticos va a ocurrir algo
semejante, se ha iniciado incipientemente el reemplazo de actividades
operativas repetitivas de poco valor agregado de la fuerza de trabajo de menor
calificación por la continua innovación de robots industriales, sistemas
expertos, redes neuronales, la
visión por computador, la nanotecnología, entre otros. Lo que continuará ocurriendo en la medida que
más se intensifica los avances tecnológicos de la inteligencia artificial, dado
que se está generando la automatización de la conducta inteligente,
sumando el razonamiento al comportamiento artificial de las nuevas máquinas. Lo anterior, genera cambios en el
comportamiento organizacional, la gestión motivacional, las necesidades de
capacitación y el estrés al interior de las empresas.
La aplicación de estos sistemas
ha tenido un gran avance en áreas como los negocios, el comercio, la logística,
la medicina, las ciencias, la ingeniería, la educación, la seguridad estatal,
el gobierno, el sistema financiero, las industrias y el sector bursátil, entre
otros. En otras palabras, se ha ido avanzando con la transformación en el
empleo, liberando el trabajo de esfuerzo rutinario por tareas más cualificadas,
lo que implica que la rapidez de adaptación de profesionales y técnicos a los
cambios y la formación continua serán claves en los próximos años para mantener
su empleabilidad en un entorno laboral cada vez más competitivo. Sus
capacidades de autoaprendizaje, análisis, adaptación cognitiva, creatividad,
inteligencia emocional serán fundamentales para mantenerse altamente
productivos.
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